II Seminario Internacional Repensar la ficción - PRESENTACIÓN

Identidad personal y reconocimiento en personajes e historias de cine y TV

Roma, 10-11 de diciembre 2015

P R E S E N T A C I Ó N

El reconocimiento, tal como se entiende en la antigua sociedad griega y lo presenta Aristóteles, es un elemento indispensable para valorar la riqueza y calidad de un relato y sobre todo de un drama, desde un punto de vista creativo y crítico. En principio, como la palabra indica, se trata de un cambio desde la ignorancia al conocimiento, bien acerca de la identidad y el sentido de alguna cosa, o bien y sobre todo acerca de la identidad de alguien; el reconocimiento se da entre personajes de una trama, y desde luego tiene que ver con el espectador respecto a estos personajes. Basta recordar el diálogo escrito por William Goldman en La Princesa prometida, cuando el protagonista repite por tres veces al malvado Conde ‘seisdedos’ Rugen: “Hello. My name is Iñigo Montoya. You killed my father. Prepare to die”. Quizá no está de más saber que también es un homenaje de Goldman a Alejandro Dumas, cuando el protagonista de El Conde de Montecristo se encara sucesivamente con sus enemigos.

En tiempos modernos, esa raíz poética confluye con la creciente importancia ético-política del reconocimiento de la identidad y la dignidad de las personas unas respecto de otras. Cada uno busca, de modo activo y también pasivo, ser reconocido por los demás en lo que es y en quién es, y en sociedad se busca el reconocimiento y también el agradecimiento mutuo de unos por otros en términos de amistad, más allá del mero intercambio mercantil.

Reconocimiento e identidad están unidos en la vida de las personas y en los personajes de ficción, al menos desde que Shakespeare nos recordó que estamos hechos de la misma materia que nuestros sueños. Hay una relación estrecha entre los reconocimientos e identidades que nos ofrece la vida y los que encontramos en la ficción. Moby Dick no trata de decir algo sobre los balleneros, ni sobre el siglo XIX en América: trata del sentido de culpa, del mal, de los deseos y la venganza.

De todos modos, hay un salto entre una visión griega del ser humano y una visión cristiana de las personas. La identidad y el reconocimiento, tanto si son entendidos de modo poético o de modo ético-político, son distintos desde entonces a nuestros días. El cristianismo, con la noción de persona, añade a la antropología clásica, que gira en torno a la capacidad humana de tener, una comprensión de la propia vida como un don que, con las virtudes, desvela el sentido profundo de la libertad humana, que consiste en la capacidad de dar, de aportar, y finalmente en el don de sí. Cosa que resulta tan misteriosa como admirable y atractiva, vista en las vidas de las personas y también en las acciones de los personajes de nuestras historias. A fin de cuentas, se podría decir que con el salto del mundo griego a la modernidad, los héroes fueron sustituidos por los santos. Otra cosa es que haya muestras y rastros de este cambio cultural en las pantallas.

Sin pretender ser exhaustivos, estos son algunos de los temas que, en relación con lo apenas dicho, pueden ser abordados en el Seminario:

— El reconocimiento de lo representado: cuando el mal se reconoce como mal y el bien como bien.
— El reconocimiento del artista en su propia obra (como alguien que, como se suele decir, “moja en sus propias venas”).
— El reconocimiento del espectador en la historia: hay quien razonablemente sostiene que se siente identificado, no sólo con este o aquel personaje, sino con la historia entera.
— La identificación con los personajes como identificación con algo más profundo: el tema, el sentido.
— El reconocimiento como tema: todas las historias que tratan de gente que busca la estima o el reconocimiento ajeno, por otro lado muy humano y necesario.
— El cine y la televisión como espejo en el que la sociedad se reconoce (y aquí pueden entrar también todos los problemas relacionados con la identidad sexual y las teorías de género, en parte reflejadas y en parte promovidas desde las pantallas).
— La verosimilitud y la coherencia interna del texto, necesarias para que se produzca el reconocimiento y por tanto la catarsis.
— Las emociones y los sentimientos, vías para identificarse con los personajes.